Andrea del Sarto y la sala 58

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Andrea d’Agnolo (1486-1530), conocido como Andrea del Sarto, por la profesión de su padre, fue un gran pintor florentino, al cual la Galería de los Uffizi ha titulado una de sus salas.

Llamado el pintor “sin errores” por Vasari, Andrea fue un personaje importante, maestro de la primera generación de los artistas “excéntricos”, como Pontormo y Rosso Fiorentino. Además de su talento en la creación de formas seguras, ejecutadas a la perfección, hay que reconocer el trabajo de innovación de Andrea, siempre atento a las novedades del contexto en el que trabajaba, y a cambiar la tradición desde dentro, en lugar de con gestos de ruptura evidente.

Crecido en Florencia, Andrea del Sarto se formó en el taller de Piero di Cosimo. Más tarde abrió su propio taller, junto con el colega Franciabigio. Al final de la primera década del siglo XVI, los grandes maestros dejaron Florencia, por lo que estos jóvenes artistas, como Leonardo y Michelangelo, tenían mucho “espacio” a su disposición para trabajar en la ciudad. En este período, de hecho, participó en la realización de muchos ciclos de frescos y realizó muchos de los dibujos que le hicieron famoso.

En 1517 pintó una de sus pinturas más famosas, que todavía está en la sala de los Uffizi: la Virgen de las Arpías. Es un retablo realizado para las monjas de San Francesco de’ Macci, un temple sobre madera que se encuentra en los Uffizi desde 1795. La obra representa a una Virgen en una especie de pedestal, con el Niño en sus brazos y San Francisco y San Juan Evangelista en sus lados. 

Las figuras están dispuestas en un esquema piramidal, mientras que las diferentes diferentes posturas de los santos y querubines, de cara al espectador o de espalda, crean armonía pero al mismo tiempo tienen un carácter monumental, que refleja la lección de Michelangelo. No hay el estilo forzado de los manieristas, porque Andrea se relaciona con la dulzura del diseño y también con el esfumado de Leonardo. El nombre de la obra proviene de Vasari que, en las figuras talladas en la base del pedestal, reconoció la representación de las arpías, figuras nacidas en el mito griego y presentes en toda la cultura occidental. Se encuentran en la Odisea, en la Eneida y en muchas obras clásicas, sino también en la Divina Comedia de Dante. Representadas como seres con cuerpo de ave y cara de mujer, nacen probablemente como una personificación de la tormenta. 

La yuxtaposición de estos seres trágicos a las figuras humanas melancólicas y titánicas de la pintura es misteriosa e intrigante. ¿De dónde viene? La referencia es a buscar en un pasaje de la Apocalipsis de san Juan, aquí precisamente representado con un gran libro en sus manos. Según la interpretación, las arpías representan las langostas, portadores de destrucción, mientras san Francisco los hombres que, salvados por Cristo, están a salvo del tormento. Entonces la Virgen está representada mientras cierra el pozo sin fondo. Por lo tanto, una obra maestra que en el clasicismo de su estilo deja ver tensiones sutiles, explotadas pronto en el Manierismo. 

Andrea del Sarto ha dejado obras muy importantes en Florencia, que forman un itinerario artístico muy interesante: desde el Claustro dello Scalzo hasta el convento de la Santissima Annunziata, desde los Uffizi hasta el Cenáculo de San Salvi, y la Galería Palatina de Palazzo Pitti. 

Al igual que otros artistas italianos, incluso el Sarto trabajó durante un período en el castillo de Fontainebleau, pero pronto regresó a su ciudad, donde trabajó hasta su muerte. Hoy en día se considera un artista muy importante para la historia del arte italiano y florentino: en los Uffizi hay una sala dedicada al maestro, sino también una titulada “Amigos de Andrea”, como se definen los artistas sus contemporáneos, colegas, alumnos, en fin, los pintores florentinos que compartieron con él un clima y que han aprendido el gran arte por él.